martes, 9 de noviembre de 2010

EL AMAGÜESTU

Durante estos días el cielo ha comenzado a modificar su color transformando el azul que se fundía con las montañas en una gama de tonos grises que nos anuncian tiempo de lluvia. El otoño está haciendo su aparición con más fuerza que nunca trayendo consigo un temporal de viento y agua que nos obliga a refugiarnos en casa y contemplarlo desde la ventana.

Senda "Aldea Perdida"
A pesar de tener que decir adiós al sol y al bañador hasta el verano que viene, hay algo que me resulta inexplicablemente mágico en esta época del año. El paisaje se convierte en un cuadro lleno de matices rojizos, marrones y ocres, todos ellos forman parte de un lienzo que compone el fondo perfecto para observar desde cualquiera de las sendas ocultas entre el valle. Caminos mitológicos repletos de leyendas sobre trasgus y xanas que despliegan su alfombra de hojas secas esperando la visita de viandantes curiosos. 

En los pueblos comienza a crearse una atmósfera especial gracias al aroma que desprenden las cocinas de carbón que calientan los hogares. Como es lógico cada vez se usan menos siendo sustituidas por un calor más azul y menos negro, sin embargo todavía se puede percibir su olor que emerge por la chimenea de algunas casas mientras caminas por las calles. 
 
Además durante los meses de octubre y noviembre llega la época de subir a los bosques a recoger las castañas que ya han caído de los árboles y las manzanas listas para sacar su jugo, alrededor de esta cosecha se celebra una de las tradiciones más arraigadas en Asturias , El Amagüestu. Se trata de todo un ritual que comienza con la recogida de castañas y manzanas para luego amagostar, un verbo que traducido del bable al castellano sería algo así como asar la castaña y tomarla con la primera sidra que se extrae de la manzana, lo que ha dado lugar a una fiesta celebrada anualmente en todas las localidades del territorio astur.

Remontándonos a los orígenes de esta tradición he descubierto que se trata de una fiesta pagana cuyos antecedentes nos llevarían hasta la prehistoria aunque los primeros datos que se obtienen pertenecen a los pueblos celtas que incluían estas celebraciones para despedirse de un ciclo y recibir el invierno. Las castañas tradicionalmente también son consideradas símbolos de las almas y los espíritus, lo que coincide con el hecho de que durante estas fechas se honren a los difuntos. 

Por lo que tengo entendido esta tradición también se extiende a otras zonas de la península donde hacen su propia interpretación de la fiesta. Aquí en Asturias mientras se comen castañas asadas y se bebe sidra dulce en buena compañía, el invierno se recibe de otra manera, incluso parece que ya no hace tanto frio.

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